La esperanza de vida de las mujeres con cáncer de mama ha aumentado de forma espectacular durante el último decenio. Esta mejora es atribuible en parte, a la detección precoz, resultado de la concientización sobre la necesidad de realizar con regularidad mamografías y de la mejora del acceso a las pruebas diagnósticas; además durante los últimos 10 años se ha logrado dirigir fármacos contra determinadas moléculas tumorales que impulsan el desarrollo de la enfermedad.